Todos los padres bien habidos en el mundo desean lo mejor para sus hijos y seguramente ustedes pertenecen a ellos.
Es común escuchar “quiero que sea fuerte y sanito”, ahora bien, con los mismos bríos nos preguntamos o decimos ¿quiero que sea inteligente?
Está claro que todos los niños nacen con un potencial inmenso pero es tarea de los padres enriquecer a la criatura, estimularlo es fundamental como todos los demás cuidados.
Según explican los especialistas el cerebro no culmina su desarrollo al nacer sino que hay millones de conexiones nerviosas a realizarse sobre todo en los primeros años. Ellos dependen en buena medida de los estímulos externos.
Cuando hablamos de inteligencia estamos haciendo referencia a preparar a las criaturas para que sepan desenvolverse en el mundo, que puedan aprender a tomar la correcta entre varias opciones.
Cuando decimos ser inteligentes hablamos que preparamos niños pensantes y estables, no simplemente si sabrá sumar o si hablará muchos idiomas.
Es su tarea definir qué futuro quieren para sus hijos y tengan presente que los tres primeros años son fundamentales en el desarrollo intelectual y afectivo del niño.
Estimular a una criatura además de una apuesta a corto plazo es una muestra de amor inmenso.